Real Madrid Fichajes

realmadridfichajes.com

sábado, 4 de junio de 2011

El curioso caso del Kun Agüero y Diego Forlán

   Uno que se quería quedar y que se va. Otro que se quería ir y que se queda. Así podría resumirse la situación actual de Sergio Agüero y de Diego Forlán, actualmente, en el Atlético de Madrid. Y es que lo que parecía que iba a ser no ha sido y lo que nadie quería que fuese, al final parece que será.

   El Kun se ha pasado la temporada diciendo por activa y por pasiva que se quedaba en el club del Manzanares. Tras renovar su contrato hace un año, todo eran loas por parte del argentino hacia su actual equipo. Parecía poco más o menos que sería rojiblanco para siempre, la nueva figura del Atlético, el dibujo animado capaz de ganar él solo los partidos, de convertir a un equipo de mitad de tabla en un aspirante a puestos Champions. “He renovado y pienso quedarme aquí muchos años”, dijo hace unos meses. “No me iria al Real Madrid ni loco”, repitió en más de una ocasión, quizás haciendo referencia al delantero uruguayo Sebastián Abreu. O eso, o ha enloquecido recientemente... Esto publicaba el jugador hace una semana en su página web bajo el título “La hora de partir”:

   “Lo he meditado mucho y estoy convencido que debo ser fiel a mí mismo. Creo que no debo ponerle un techo a la posibilidad de seguir aprendiendo, de seguir creciendo. Después de cinco años intensos, una etapa personal ha terminado y tengo que darle paso a una nueva. Estoy a punto de cumplir 23 años y tengo todo por delante. De más está decir que no se trata de una cuestión económica sino estrictamente deportiva. Por eso quiero expresar claramente mi reconocimiento al club por los esfuerzos que ha hecho por mantenerme (…). Un abrazo para todos. Los quiero”.

   El corazón atlético dio de repente un vuelco. Primero, Torres. Después, Kun... Como en cualquier ruptura, primero apareció la rabia. “Mercenario”. “Pesetero”. Más tarde, la tristeza. “No te vayas”. “Quédate”. Por último, y como no podía ser de otra forma, el reconocimiento y la gratitud. “Gracias”. “Hasta luego”. “Para siempre”. Y es que la aventura de Sergio Agüero en el Atlético bien se merece los agradecimientos de su propia parroquia así como de todas las del fútbol español. Hemos presenciado, en estos cinco años, cómo un talentoso jugador se convierte en uno de los mejores delanteros del mundo. Primero, al lado de Fernando Torres. Luego, al de Diego Forlán. En esta última campaña, solo. Siempre, de diez. Calidad, regate, velocidad, definición... Agüero lo tiene todo. Ha enamorado a unos e hipnotizado a todos. “Lo más parecido a Romario que ha existido”, repiten los analistas con miedo a decirlo demasiado alto no fuera a ser verdad... La realidad es que se ha merecido entrar, con letras de oro, en la historia del Atlético de Madrid. Mejor que Torres, aunque argentino y ajeno a la cantera. Más decisivo, más talentoso, con mucho más “duende”. Eso sí, como en el caso del “Niño”, el club no ha satisfecho sus pretensiones. Cuando se tiene a uno de los siete mejores jugadores del planeta, debe crearse un equipo en torno a él. La calidad necesita calidad. Asociación. Y su equipo, en el mediocampo, sólo dispone de medianías: Paulo Assunçao, Raúl García, Mario Suárez... El Kun se va, hastiado de falsas promesas, de luchar por la cuarta plaza. Quiere convertir su historia en leyenda. Y sabe que sólo puede hacerlo en uno de los mejores equipos del mundo. Le quieren los más grandes, empezando por el Barcelona, siguiendo por Chelsea, Juve o Inter y acabando por el Real Madrid, más que posible destino.

   “Le he pedido al club que escuche, sin condicionamiento alguno, las ofertas que puedan llegar de distintos clubes”. Sin condicionamiento. Las dos palabras retumban en los oídos de los aficionados colchoneros. ¿Se estará refiriendo al club blanco? “Me gustaría, si puede ser, la liga española. La liga inglesa y la italiana también me gustan, pero prefiero España”. Sólo Madrid o Barça entonces. El segundo parece tener en su punto de mira a otros objetivos (Alexis Sánchez y Giuseppe Rossi). Un solo candidato, por tanto. Y ahí empieza la guerra. Si los dirigentes rojiblancos fuesen inteligentes, le venderían al Kun a su máximo rival. Por dos sencillos motivos: es el más interesado y sería del que más podrían ingresar. El Atlético debe pagarle a Hacienda el 50% del dinero que percibe por cada fichaje. La cláusula de Agüero es de 45 millones, 22.5 para cada uno entonces. Eso es con lo que se quedaría si fuese el Chelsea, por ejemplo, o el Manchester City el comprador final. ¿Se puede fichar a otro jugador de esa categoría con ese dinero? La respuesto es no. Pero, ¿y si, además de ese montante, se incluyen jugadores? Han sonado Callejón, Negredo, Parejo, Canales, Pedro León... ¿45 millones (22.5 para el Atleti) y dos o tres de estos nombres y que se lo quede tu mayor enemigo o sólo el dinero pero que se lo lleve un club neutral? Desde la razón, con la cabeza fría, debería ser la primera opción. Todos saldrían ganando y los colchoneros tendrían a varios interesantísimos jugadores con los que empezar a soñar. Y con el dinero, apostar, ofreciendo un poco más, por Neymar o Hulk. Así deberían pensar. A lo grande. Sin batallas territoriales. El Atlético fue un grande sin Agüero. Ha sido importante con él (sobre todo por la consecución de la primera Europa League) y, si se hacen las cosas bien, volverá a serlo dentro de poco. Con paciencia y mimo. La otra cuestión es, si con Benzema, Higuaín, Adebayor y Morata, en un esquema de un solo punta, el Real Madrid necesita realmente a Agüero. Pero esa es ya otra historia.

   El caso de Forlán también es curioso. Lleva meses (por no decir alguna temporada ya), diciendo que, si llegase una buena oferta para él y para el club, estaría dispuesto a marcharse. Tras ser Bota de Oro en el Atlético, protagonista absoluto en el título de la UEFA del año pasado y ser elegido mejor jugador del Mundial de Sudáfrica, el uruguayo se ha sentido molesto con la afición y los dirigentes. No suficientemente valorado. Menospreciado incluso. Con razón unas. Sin motivos otras. Su reciente enfrentamiento con su técnico, Quique Sánchez Flores, fue la gota que colmó el vaso. Banquillo. ¿Adiós? Eso parecía y creía todo el mundo pero, una vez Agüero comunicó su decisión de marcharse, todo ha cambiado. Forlán parece que se queda. “Tendría que llegar algo realmente bueno para que deje el equipo”. “Estoy muy cómodo allí después de tanto tiempo”. Vuelve a sentirse protagonista. Fundamental. Héroe. Un lugar que, unas veces por su culpa y otras veces no, ha perdido. Un sitio en el que se encuentra cómodo y que nunca debió abandonar por fútbol y talento. Parece mentira, casi una broma pero también una realidad: se va el Kun, ¿se queda Diego?

miércoles, 1 de junio de 2011

Cristiano exige un sitio en la historia

   Se habla de Lionel Messi, con total naturalidad, como del ya mejor jugador de la historia del fútbol. Ha logrado dos Balones de Oro con sólo 23 años, batido récords colectiva e individualmente... Se le reconoce como el mejor futbolista del planeta en la actualidad y única y exclusivamente se le compara con Cristiano Ronaldo en este aspecto. Cada jornada, cada pase, cada gol es analizado con lupa por madridistas y culés para sumar un argumento a su causa. Pero, si Messi es casi unánimemente el mejor jugador de la historia, ¿qué lugar en la misma le corresponde al punta portugués del Real Madrid?

   Maradona, Pelé, Di Stéfano, Cruyff y Zidane. Quizá Ronaldo Nazario da Lima. Ése era el quinteto de los elegidos hasta el momento. Sexteto a lo sumo. El lugar de los más grandes. Colóquenlos en el orden que más les guste. Y es que al final, siempre será cuestión de gustos. Pero hoy en día, el Olimpo se está viendo cuestionado... A la más que obligada entrada de Lionel Messi habrá que sumarle ahora la de Cristiano Ronaldo, sin duda, el delantero más voraz de esta generación. En la 2007-2008, todavía en las filas del Manchester United, Cristiano anotó 42 tantos en 48 partidos: 31 en liga, 3 en copa y 8 en Champions League... Su primera temporada en el Real Madrid tampoco estuvo mal: 33 goles en 36 encuentros. Pero, como el objetivo del jugador no es otro que el de entrar a lo grande en los libros de oro de la historia del fútbol mundial, este año ha sido legendario: 53 realizaciones en 54 disputas, convirtiéndose en el goleador más prolífico del mundo. Sólo Lionel Messi, con los mismos tantos entre todas las competiciones pero habiendo jugado una ronda más de Champions y la Supercopa de España a doble partido, ha sido capaz de seguir el ritmo. (Todos los goles del portugués en esta campaña).

   El récord realizador, en una campaña en la historia de la liga, pertenecía a Hugo Sánchez y a Telmo Zarra con 38 goles. Nada desdeñable y más si tenemos en cuenta que, por ejemplo, en el caso del mexicano fueron todos al primer toque. Majestuoso. Pero Cristiano, de naturaleza inconformista, quiso romper un registro que duraba 21 años en el caso de Sánchez (en 1990 en 35 choques) y 50 en el de Zarra (en 1951, en 30 partidos). Ronaldo, este año, atravesó esa barrera y la fijó en unos escandalosos 40 goles en un partido menos que Hugo Sánchez (34). La temporada pasada se hablaba de que los 34 que había conseguido Lionel Messi era una cifra de otra época, de un jugador universal, omnipresente y omnisciente. No debemos ahora infravalorar la gesta de Cristiano, que los ha marcado de todos los colores: 26 con el pie, 4 con la testa, 8 desde el punto de penalti y 2 de lanzamiento de falta.

   Que el argentino y el portugués son los dos mejores jugadores del planeta en la actualidad no admite debate. Que lo son por este orden, tampoco. Que el primero ocupa ya el podio de los más grandes, es un hecho. Que el segundo, con estadísticas así, va camino de seguirle, también. Jugadores del futuro. Capaces de ganar, ellos solos, un partido. Con sus combinaciones, regates, pases y paredes en un caso. Con su potencia, determinación y fuerza, en el otro. Disfrutemos. Mantengamos los ojos abiertos en todo momento. Hemos nacido en la era de Messi y Ronaldo. De Ronaldo y Messi. Estamos de enhorabuena. En unos años, tal vez, podamos afirmar rotundamente que hemos visto jugar en directo a los dos jugadores más determinantes de la historia del fútbol.