Cuatro “clásicos” en 18 días pueden con cualquiera: espectadores, jugadores, técnicos, prensa... Poco más de medio mes para resolver una temporada es demasiado poco tiempo. Varios días después del último, ya con algo de perspectiva, podemos sacar algunas conclusiones. Hablemos sólo de fútbol.
El balance de estos cuatro partidos ha sido de una victoria para el Barcelona (0-2 en el Santiago Bernabéu), una victoria para el Real Madrid (1-0 en Mestalla y el titulo de la Copa del Rey) y dos empates (los dos, a 1, en liga y en la vuelta de la Champions League). Los datos, servidos en frío, dejan una interesante reflexión: el equipo de Guardiola no ha sido tan superior al de Mourinho como se ha vendido.
El primero de liga, el menos intenso, sirvió de campo de pruebas para la copa. El técnico portugués echó a su equipo demasiado atrás y el Barça fue muy superior... pero los goles, ambos, llegaron de penalti: Messi por fin pudo marcar un tanto a un equipo dirigido por Mourinho (nunca hasta entonces lo había logrado) y Cristiano Ronaldo hizo lo propio ante el FC Barcelona. Tablas y la sensación de que los culés, aunque muy superiores, no habían podido doblegar a un conjunto madridista con diez hombres. Conclusiones positivas para los dos equipos, por tanto, como casi siempre...
El de la Copa del Rey fue el mejor desde el punto de vista del espectáculo. Intensidad, polémica, buen juego, ocasiones... El Real fue mucho mejor en los primeros 45 minutos. Mourinho cambió de táctica, adelantó filas, presionó en campo rival... Apabulló. En la segunda parte, con un Madrid fundido y un Barça más asentado, las cosas cambiaron. Los de Guardiola se hicieron amos y señores del balón pero no llegaron a concretar ninguna ocasión. Villa, de nuevo muy desafortunado, volvió a fallar esta temporada. Y ya son demasiadas veces este año en las que el Guaje no da la talla. Se estará reservando para la final de Wembley... Aún así, el Madrid ya avisó en los últimos compases del tiempo reglamentario por dos veces, a través de Di María, un velocista con tres pulmones. Ya en la prórroga, decidió el que “nunca hace nada” versión portuguesa: centró el argentino y remató, majestuoso, un Cristiano Ronaldo excelso en el salto. 1-0 y la “Copa de nuestro Rey”, la de los “españolitos”, para el Madrid ante la desolación del mundo blaugrana en general, de Shakira en particular.
Y llegó la Champions. Las fuerzas parecían más igualadas que nunca. Pero Mourinho cometió los dos errores más grandes desde que es técnico del Real Madrid sobre el terreno de juego (ruedas de prensa y polémicas aparte): buscó el 0-0 y no alineó a Benzema en los 180 minutos de la eliminatoria. Tras un título, después de demostrarle al Barcelona que podía ser mejor que él, echó al equipo atrás. Pepe de nuevo ejercía de hombre más importante y el resto volvió a defender en su propio campo. A veces incluso en su propia área. Demasiado miedo. Era el momento de atacar, de vencer a un rival tocado, casi herido. Pero empleó la fórmula contraria. Con la expulsión de Képler Laveran por una entrada peligrosa, fea pero donde no hubo contacto, el equipo terminó de resquebrajarse y surgió la figura de Lionel Messi, que no pasaba por uno de sus mejores momentos. Pero el argentino, con espacios, es mortal. Y eso es lo que hizo el conjunto blanco: regalar el campo y el balón. El resultado fue de 0-2 en el Santiago Bernabéu, otrora epicentro mundial del “miedo escénico”, y nació el hit del verano: el ya archi-famoso “¿por qué?”
El choque de vuelta tuvo menos historia. El Madrid tenía que salir a remontar y su alineación así lo demostró: Kaká, Di María, Cristiano e Higuaín. Pero el árbitro de nuevo resultó decisivo. El conjunto merengue lo intentó, marcó, se lo anularon, recibió un gol, anotó otro pero acabó empatando y cayendo eliminado de la Champions League. La final la jugará el Barça, ganador a los puntos en estos cuatro partidos pero nunca por K.O. Nunca. Los de Guardiola fueron mejores pero...
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