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sábado, 26 de febrero de 2011

Mourinho y la inestabilidad como forma de vida

 
    El portugués José Mourinho (Setúbal, 1963) firmó, hace ya casi nueve meses, un contrato por cuatro años con el Real Madrid. Un proyecto a corto, medio y largo plazo con el club más inestable de los últimos tiempos. Corto porque el conjunto blanco necesita títulos ya. Medio ya que hacen falta unas bases sobre las que asentar su futuro (organización, cantera...). Y largo porque, desde que Miguel Muñoz abandonara el Santiago Bernabéu en 1974, tras catorce años en el banquillo, éste no ha tenido ningún inquilino durante más de tres temporadas y media. El marqués Vicente del Bosque (17/10/1999-23/06/2003) ostenta este dudoso honor. Más de 35 años. 26 entrenadores en total. Y es que, como lo describió el maestro Santiago Segurola, el Real Madrid se ha convertido en la mayor picadora de carne del fútbol mundial.

   Florentino Pérez llegó por primera vez a la presidencia en el año 2000. Cuando decidió abandonar el club en febrero de 2006, habían pasado por el banco blanco seis técnicos diferentes: el propio Del Bosque, despedido por su falta de glamour; Carlos Queiroz, un hombre con idiomas pero escasos conceptos futbolísticos; José Antonio Camacho, un emblema merengue con demasiado carácter; Mariano García Remón, histórico como jugador, insuficiente como entrenador; Vanderlei Luxemburgo, porque a Arrigo Sacchi, entonces director deportivo tras la dimisión de Valdano, le habían hablado muy bien y cuyo legado fue su famoso pinganillo y su cuadrado mágico y, por último pero no menos importante, Juan Ramón López Caro, un hombre de la casa al que siempre le vinieron grandes los banquillos. Seis en seis años. Ninguna similitud. Ningún éxito tras la marcha de Del Bosque. Luis Figo, Zinedine Zidane, David Beckham, Ronaldo, Michael Owen... todos y cada uno de los galácticos del club blanco, tras ser despedido “el marqués”, acabaron marchándose frustrados y aburridos del desorden institucional.

   Así, lo que empezó siendo el proyecto más ilusionante de la historia del Real Madrid, acabó en tragedia, en una crisis que no se recordaba en los más de cien años de historia del club. Futbolistas descontentos, vacío de poder, técnicos yendo y viniendo sin ton ni son... Y es que, Florentino Pérez, nunca fue “muy amigo” de la figura del entrenador. Creció soñando con ser el nuevo Santiago Bernabéu, al que admiró mientras éste se alzaba con seis Copas de Europa con cuatro técnicos diferentes (Villalonga, Carniglia, Solich y Muñoz). Bernabéu, el presidente más importante de la historia del club blanco, tuvo 13 entrenadores en treinta y cinco años de presidencia (1943-1978), alguno incluso en varias etapas diferentes (como Muñoz, Molowny o Carniglia). A una media de uno cada casi tres temporadas. Sólo el propio Muñoz fue capaz de establecerse a largo plazo en esa silla eléctrica (de 1960 a 1974).

   Con estos precedentes, no es de extrañar que Florentino se creyese esa mentira de que “el importante es el presidente”, tratando a los entrenadores como meros títeres. Pero una vez Pérez fuera del club, llegó Ramón Calderón con esa promesa de estabilidad debajo del brazo. Y para ello contrató a Fabio Capello, un reputadísimo técnico que ya había estado en el Real Madrid, que ya había ganado una liga (con sólo cuatro derrotas en 42 jornadas) y que parecía podía establecerse a largo plazo. Un título de liga después, tuvo que marcharse. Su doble pivote Emerson-Diarrá no convenció a nadie y tuvo que hacer las maletas. Apareció entonces Bernd Schuster y más de lo mismo. Una liga y un “es imposible ganar a este Barça”, y al paro. Juande Ramos terminó la temporada con un balance de dos “chorreos” a cero: 2-6 del Barça en liga y 4-0 del Liverpool en Champions.

   Al finalizar ese curso y ya sin Calderón, volvió a aparecer el que, para muchos madridistas, es y será el eterno mesías blanco: Florentino Pérez. Y como no, haciendo ruido. Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzemá, Xabi Alonso, Arbeloa... 300 millones de fichajes para calmar a la plebe. “Papá” Florentino estaba de nuevo en casa. Para la ardua tarea de competir contra el mejor Barcelona de la historia, contra el equipo de los seis títulos, frente al mesías culé Pep Guardiola, escogió a Manuel Pellegrini. Un ingeniero que, a pesar de lograr el récord de puntos del Real Madrid en liga con 96, de tener el mejor porcentaje de victorias en esta competición con un 81,58%, tuvo que marcharse por la puerta de atrás. Y es que no ofrecía la tan ansiada “excelencia” que busca Florentino para su Madrid. Ahora, se ha escudado en José Mourinho, un técnico galáctico, tratando de invertir completamente su tendencia hasta ahora: técnicos de “perfil bajo” dirigiendo a los mejores futbolistas del planeta. Ahora, se presenta ante él una extraña paradoja: ha dejado en las manos de un entrenador, una figura secundario para él, su puesto como presidente. A nadie le cabe ya la menor duda de que el éxito o el fracaso del de Setúbal supondrá la permanencia o el adiós definitivo del señor Pérez de la casa blanca. Ha renovado el equipo, ha fichado a los mejores jugadores de la galaxia, ha saneado las cuentas, tiene al nombrado por la FIFA como el mejor técnico del 2010... Pero el problema tiene otro nombre. Se llama Guardiola y se apellida Barcelona. ¿Qué puede hacer el presidente del mejor club del siglo XX ante el mejor equipo del siglo XX y del siglo XXI?

   José Mourinho tiene dos Champions League en su haber, una con el Oporto y otra con el Inter de Milán. Ha ganado ligas y copas en Portugal, Inglaterra e Italia. Pero, sobre todo, ha sido el único capaz de arrebatarle un título al Barça en los últimos años (así como el Sevilla el año pasado en copa). Con esa idea, con esa mentalidad, Florentino confió en él. Se le ve como el yan de Guardiola como la oscuridad de Pep. Firmó por cuatro años y, si cumpliese su contrato, rompería con esa maldición que asola al Real Madrid desde que Miguel Muñoz abandonara el club. ¿Será Mourinho ese salvador de Florentino y del conjunto blanco en general? Su trayectoria hasta ahora invita al pesimismo: un año en el Benfica, otro en el Uniao Leiria, dos en el Oporto, tres en el Chelsea y otros dos en el Inter. En todos ha resultado vencedor pero el Real Madrid no es como todos y no es como ninguno. El Real Madrid es otra historia. Una historia que nos habla de 35 entrenadores en 26 años y que no parece tener solución a corto plazo. Y es que, la tradición blanca, no tiene buena memoria para sus técnicos. En las últimas dos décadas, sólo Del Bosque ha conseguido hacerse un hueco en la eternidad. Una leyenda en dos lustros. Eso sí, hay que estar atentos a Mourinho, el nuevo “galáctico” blanco, un técnico capaz de hacer sombra al mismísimo Cristiano Ronaldo, un entrenador al que la afición le dedica cánticos y palabras “románticas” en cada partido. Ha nacido una historia de amor entre Mourinho y el madridismo. Pero la pregunta es: ¿por cuánto tiempo?

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