25 de abril de 2006. Semifinales de Champions. Partido de vuelta. Minuto 89. Penalti a favor. El Madrigal enmudece. Juan Román Riquelme, estrella mundial, agarra el balón. Tres pasos. El árbitro ruso Valentin Ivanov da la orden de que puede disparar. Uno. La afición coge aire. Dos. Diego Forlán no quiere mirar. Tres. Fallo. El guardameta alemán del Arsenal Jens Lehmann detiene el disparo y da la clasificación para la final al conjunto inglés. El Madrigal llora, pensando que una ocasión así de entrar en la historia no se repetirá nunca. Pero nunca digas nunca...
Con la victoria ante el Nápoles por 2-1 de anoche y la posterior clasificación para octavos de final de la Europa League, el Villarreal sigue escribiendo capítulos en los libros dorados de su historia...y ya van unos cuantos. En 1990, tercera división. Segunda B en el 92 y Segunda en el 93. El 31 de agosto de 1998, debut en Primera en el mejor escenario posible: el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid. 8 temporadas, cuatro categorías. Pero los de Vila-real, ciudad castellonense de alrededor de 52.000 habitantes, nunca se conformaron con eso. Pasito a pasito, pulgada a pulgada, siempre han querido más. Por juego, ya es el segundo equipo de España, sólo por detrás del mejor conjunto de la historia. Por resultados en los últimos años, clasificación y demás, está entre los cinco primeros. Y siguen queriendo más...
Y es que la trayectoria de Fernando Roig desde que es presidente es intachable. Es un ejemplo para cualquier equipo que quiera ser grande, un ejemplo de seriedad, de coherencia, de responsabilidad futbolística y económica, de cantera... En definitiva, un espejo donde mirarse. Sin hacer enormes desembolsos, sin necesidad de atraer la atención con galácticos, sin hipotecas, el Villarreal ya está en lo más alto del fútbol español y europeo. A nadie le sorprende ver al equipo en los puestos altos de la clasificación o en las últimas eliminatorias de los mejores torneos. Y también hay unanimidad en el buen ojo de sus dirigentes para fichar bueno, bonito, joven y barato...
A lo largo de estos años, lo más parecido a una estrella que ha tenido el Submarino Amarillo ha sido el argentino Juan Román Riquelme que, tras lograr numerosos éxitos individuales y colectivos con el equipo, tuvo que abandonarlo por la puerta de atrás por creerse superior e imprescindible. Se fue a Boca. La estrella, el “Messi”, el “Cristiano Ronaldo” del conjunto castellonense, fuera por el bien del grupo. Un ejemplo de acierto en una situación extrema. Lejos de hundirse, el equipo se recompuso y creció alrededor de esa “tragedia” futbolística. Pero el Arsenal de nuevo, esta vez en cuartos de final en 2009, volvió a mostrarles cuál era la realidad. La de un equipo que aspira a practicar siempre un fútbol ofensivo y brillante con unos recursos económicos limitados.
En el mundo del fútbol se tiende a reconocer la labor de algunos, a sobreexponerla, a sobredimensionarla, y por el contrario, se olvida el trabajo de otros. Cuando se le pregunta a alguien por directores deportivos exitosos, se cita siempre primero a Monchi, pero nadie o casi nadie repara nunca en Llaneza. Sólo dos ejemplos: Diego Forlán, un uruguayo ex-de Independiente, suplente del Manchester United de un tal Ruud Van Nistelrooy y con muy pocos minutos en la Premier League, desembarca en el Madrigal siendo un absoluto desconocido y en su primera temporada es Bota de Oro europea. Se acaba marchando dos años y 59 goles después al Atlético de Madrid por 23 millones de euros. Segundo ejemplo. Mismo origen. Giuseppe Rossi, suplente de los Red-Devils, italoamericano, 20 años. Ya lleva 55 tantos y es uno de los mejores delanteros de la Primera división española. Como ellos, muchos otros. Grandes apuestas, mejores resultados: Riquelme, Sorín, Marcos Senna, Pires, Diego López, Nilmar, Borja Valero, Marco Rubén... Siempre o casi siempre fichajes arriesgados. Siempre o casi siempre éxitos garantizados.
Ante el Nápoles, segundo clasificado de la Serie A por detrás del Milán, demostró de lo que es capaz. Pegada, juego combinativo, extremos, defensa adelantada, ataque letal... El Villarreal ya demostró hace unos meses en el Bernabéu que es capaz de ganar a cualquiera. Sus zagueros tienen una salida limpia de balón, sus carrileros se suman constantemente al ataque, tienen un mediocampo de toque y precisión, dos bandas llenas de talento y una pareja de delanteros que da miedo. Y es que incluso parece que la Europa League se les quede pequeña... Ahora espera el Bayer Leverkusen en octavos... El Submarino Amarillo ya ha dicho que no teme a nada ni a nadie y los bávaros no van a ser una excepción. El Villarreal ya ha demostrado que es capaz de llegar a lo más alto y le ha enseñado al mundo que también puede mantenerse ahí arriba. Este equipo es ya historia viva de la Liga Española por su manera de hacer las cosas, por el ejemplo que da cada día de cómo se llega a ser un grande. Ahora, necesitan refrendar cada grata impresión con un título. Desean dejar de formar parte de la historia para empezar a convertirse en leyendas.
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