El pasado domingo, en el encuentro de liga entre el Athletic de Bilbao y el Valencia en San Mamés, asistimos al enésimo episodio violento en el que David Navarro (Valencia, 1980), capitán valencianista, se ve envuelto. Primero, un codazo en la nariz de Javi Martínez mientras ambos saltaban a por un balón dividido. El “león” tuvo que abandonar el terreno de juego con una hemorragia nasal. Minutos más tarde, Navarro buscaba despejar un balón aéreo ante Fernando Llorente, más alto y fuerte que él y, al ver que no llegaba, volvió a sacar el codo a pasear. Resultado: varias grapas en la cabeza del atacante del Athletic y tres puntos de sutura después del partido. Aún así y aunque pueda parecer mentira, lo más bochornoso del encuentro fue el teatro que hizo el defensa en esa misma acción, simulando estar mareado y siendo retirado en camilla para evitar la expulsión. Esta es la acción completa. Y es que pocos jugadores se mueven mejor en el fango que el propio Navarro.
Para Marca, el zaguero ya forma parte del selecto club de “Bad Boys” (chicos malos) de la historia de la liga, junto a otros ilustres como Javi Navarro, Hristo Stoichkov o Sergio Ballesteros. Otros diarios de tirada nacional le han tildado de “reincidente” (El País) y “antihéroe”(El Mundo). Pero, ¿es David Navarro un jugador realmente violento?
Esta temporada, el capitán valencianista ha disputado un total de 18 partidos entre todas las competiciones, viendo un total de 11 tarjetas amarillas y siendo expulsado en dos ocasiones por doble amonestación. Es el noveno jugador más amonestado del campeonato. Así, esta es la campaña en la que está siendo más tarjeteado y, en las últimas cinco, sólo ha sido expulsado de manera directa en una ocasión (en liga). Estos datos nos demuestran que, aunque es un jugador expeditivo, que se caracteriza por ir siempre al límite, no es de los más agresivos. Jugadores como Sergio Ramos, Pepe o Gurpegui, en los últimos tiempos han cosechado muchas más cartulinas, a los que se ha sumado Ricardo Carvalho en la 2010-2011.
Fernando Llorente dijo tras el partido que “todo el mundo sabe que Navarro va a hacer daño” y su entrenador, Joaquín Caparrós, afirmó que a su delantero le habían “acribillado”. Y no está exento de razón. Pero es que, como decía al principio, lo que más sorprende del propio Navarro es que sea capaz de agredir a un jugador pero luego no sepa dar la cara. Así sucedió hace varias temporadas. El Valencia eliminó al Inter de Milán en la Champions League en 2007 y se formó una trifulca en el mediocampo. Navarro, que ni siquiera estaba jugando en ese momento, salió del banquillo y le rompió la nariz al zaguero argentino Nicolás Burdisso. Con nocturnidad, alevosía, premeditación...y cobardía. Llegó sin que le vieran, golpeó y se marchó corriendo a los vestuarios, donde debía sentirse más arropado. Pero la Champions no es la liga y el jugador tuvo que afrontar una sanción ejemplar de seis meses. Su acción bien la merecía. (Secuencia completa de los hechos).
Tras esto, su actitud en las siguientes campañas mejoró, siendo bastante tranquila. Ya con 30 años, más maduro y como capitán valencianista, el Mr. Hyde oculto en Navarro ha vuelto a aparecer. Se ha vuelto a cobrar una nariz y a punto estuvo de hacerlo también con una cabeza. El defensa no se ha caracterizado por llevar una carrera manchada por una sucesión repetida de acciones violentas sino más bien por cometer errores de gravedad en momentos puntuales. Javi Navarro protagonizó una acción mucho más peligrosa (al venezolano Juan Arango) propinándole un codazo en el cuello que a punto estuvo de costarle la vida. Pepe se ensañó con Casquero, que estaba en el suelo y no podía defenderse, rematando a su compañero Albín cuando éste vino a socorrerle. Míchel Salgado truncó la carrera del prometedor Juninho Paulista pocos meses después de que aterrizara en España. Luis Figo retiró a César, defensa del Zaragoza, en un lance del juego.
El fútbol es contacto, es ir al límite...dentro de los límites del propio juego. David Navarro se ha sobrepasado en muchas ocasiones, protagonizando acciones lamentables que mancharán su carrera para siempre. Pero, como hemos demostrado, hay otros casos iguales o más flagrantes en la historia de nuestra liga. Por lo tanto, en mi opinión, se debe sancionar de nuevo de manera ejemplar al defensa y a todos los que traten de convertir el fútbol en una trinchera, en un campo de batalla. Pero se debe ser ecuánime con todos. No debemos entrar en el juego de demonizar a Navarro y dejar “libre” a otros. Las reglas del juego deben ser para todos. Sanción a Navarro, sí. Juicio público, no.
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